Ni una palabra sobre el dinero que CaixaBank le debe al Estado
Teresa Santero fue nombrada hace dos años consejera de CaixaBank en representación del FROB por la mismísima Nadia Calviño. No era un papel fácil, porque representar al Estado en una empresa presidida por Goirigolzarri es condenarse a hacer el ridículo por definición.
Como ya ha quedado sobradamente acreditado, el Estado ha dilapidado 40.000 millones de euros en la rocambolesca historia que transcurre desde la llegada de Goirigolzarri como supuesto rescatador de Bankia hasta la entrega sin condiciones de la codiciada pieza a CaixaBank.
El Estado, a través del FROB, se ha quedado con un exiguo 16% de la entidad resultante. Un 16% que le otorga una posición destacada en el accionariado, pero ninguna capacidad de decisión. Y por tanto, sin posibilidad de reclamar la devolución de las ingentes cantidades volcadas en la entidad
En manos de Fainé
En términos de gobernanza, el caso de CaixaBank es único. Se trata de una entidad bancaria cotizada en Bolsa cuyo control está en manos de una Fundación, un tipo de figura juridica que, por definición, no tiene ánimo de lucro. La Fundación la Caixa está controlada con mano de hierro por Isidro Fainé, ex todopoderoso presidente de CaixaBank y amparado ahora en la opacidad de unos estatutos hechos a su medida y rodeado de una guardia pretoriana de consejeros amigos que le deben muchas cosas.
Fainé -y Goirigolzarri y Gortázar, que con él componen la Santísima Trinidad de la nueva CaixaBank- hacen de su capa un sayo y solo tienen que andarse con cuidado con los poderosos accionistas que, como BlackRock, pueden hacerles daño mediante el control que tienen sobre otras participadas. Pero ¿el Estado?, ¿por qué habrían de preocuparse del Estado, al que ya le han sacado todo lo que han podido y que ahora está ya exangüe y no les puede dar más?
Quedarse o salir
De manera que el 16% del FROB no sirve para nada. El año pasado recibió 34 millones de dividendo. Este año la retribución ha subido hasta 190 millones. Y por ahí irá en años posteriores. Es decir, migajas irrelevantes. Así las cosas, Nadia Calviño no quiere salir del accionariado porque no le quedaría otra que llevar al balance de pérdidas la paletada de dinero que se ha tirado ahí. El FROB por su parte está harto de hacer el ridículo y ya ha expresado varias veces su deseo de salir de esa ratonera . Teresa Santero, la muy cualificada representante del Estado en la entidad, es perfectamente consciente del ridículo, pero el único modo que tiene de expresar su disconformidad es a través de su voto en los consejos y en las juntas de accionistas.
Y la consejera se expresa periódicamente votando en contra o absteniéndose de los repartos de dividendos o de las subidas de las retribuciones. Es una manera estruendosa de protestar, al decir de los expertos, pero a Fainé y sus acólitos no parece impresionarles, a juzgar por el caso que hacen.
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