La entidad presidida por Fainé parece utilizar la cultura como pretexto
Redacción, 4 de julio de 2022
Desde hace ocho años, el expresidente de CaixaBank, Isidro Fainé, preside la Fundación «la Caixa» y, desde entonces, esta entidad es el máximo accionista de CaixaBank a través del vehículo inversor Criteria Corporación.
Es el único caso conocido de una Fundación que actúa como un fondo de inversión. Nadie duda de la legalidad de la fórmula, pero resulta cuando menos extraña, sobre todo, porque esto no ha sido así en los más de cien años de historia de la entidad y porque coincide casualmente con las circunstancias que obligaron a Fainé a dejar la presidencia de CaixaBank a raíz de la nueva Ley de Cajas de Ahorros de 2014.
Sin ánimo de lucro
Las fundaciones son entidades que, por definición, no tienen ánimo de lucro, tal como viene definido en el artículo 2 de la Ley de Fundaciones que desarrolla el artículo 34 de la Constitución, donde se reconocen como una figura jurídica de extraordinaria importancia.
Las cajas de ahorro han sido durante casi tres siglos una figura esencial del entramado bancario español. Encajadas de lleno en el mercado y en sus reglas, las cajas tenían una misión social de redistribución de riqueza sin ánimo de lucro. Fundaciones y cajas casaron bien como fórmula para canalizar servicios diferentes perfectamente complementarios: las cajas, a dar servicios financieros; las fundaciones, servicios culturales y sociales. ¿Qué podía salir mal?
Dudosa moralidad
Casi todo salió mal porque buena parte de la clase política y financiera descubrió que lo de no tener ánimo de lucro se refería a los demás. Las cajas de ahorro desaparecieron y las fundaciones dependientes de estas han hecho lo que han podido.
Seamos justos: las fundaciones, como instrumentos de servicios socioculturales, siguen funcionando bien en España. Hay más de 8.000 y son un buen canal de redistribución de beneficios empresariales que, invertidos en ellas, les aportan favores fiscales de diverso tipo.
No habría nada que objetar si no fuera por algunos ejemplos de dudosa moralidad -aunque, seguro, de estricta legalidad. El caso de la Fundación «la Caixa» es paradigmático. Posee, además de otras muchas participaciones empresariales, algo más del 30% de CaixaBank y es, con mucho, su accionista mayoritario. Para entendernos, el que de verdad manda en CaixaBank es Fainé porque su capacidad decisoria en las grandes temas estratégicos es casi absoluta.
Es cierto que la Fundación «la Caixa» hace mucha obra social, e incluso da empleo a infantas desasistidas. Pero, ¿alguien cree que a Fainé le importa mucho la cultura?
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