El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, lleva tiempo recomendando prudencia a los bancos y pidiéndoles que aumenten sus provisiones a la vista de los malos tiempos que se avecinan.
Ningún banco parece haberle escuchado. ¿Ninguno? Bueno, sí, CaixaBank, quien, por boca de su consejero delegado vino a decir, a su manera, que no tiene intención de hacerle caso.
Supervisión de las entidades financieras
El Banco de España era una entidad muy poderosa hasta que se produjo la unión monetaria europea a comienzos de este siglo. A partir de ese momento, la emisión de moneda y su control pasó a ser competencia del Banco Central Europeo.
El Banco de España -como los demás bancos nacionales- se quedó con muy pocas funciones, la más importante de las cuales es la supervisión de las entidades financieras, mediante «requerimientos y recomendaciones, planes de saneamiento, intervención o sustitución de administradores y la posibilidad de sancionar a aquellos bancos y cajas que no hagan lo correcto» de acuerdo con la Ley 13/1994 de Autonomía del Banco de España.
Pocas funciones, pero importantes.
El desastre de 2008
Daría para mucho analizar qué hizo el Banco de España durante la gran crisis financiera de 2008 y el hundimiento del sistema bancario español.
Ya sabemos que aquel despropósito nos costó a todos los españoles unos 60.000 millones de euros, de los que apenas se han recuperado 5.000. Y sabemos que casi la mitad se lo llevaron Bankia y otras cajas menores, que han terminado en manos de CaixaBank.
Hernández de Cos fue nombrado gobernador del Banco de España en 2018, así que no se le pueden echar en cara los graves errores cometidos durante aquel periodo infausto como, por ejemplo, aquella delirante autorización de la salida a bolsa de Bankia, cuya ilegalidad era manifiesta para cualquiera que supiera leer un balance.
Hernández de Cos, en cambio, hasta ahora no ha hecho nada malo. Es que no ha hecho nada, para ser exactos.
CaixaBank, a lo suyo
La prueba se ve estos días. El gobernador está siendo muy insistente en dos ideas: que los sueldos no suban -asunto que no le compete en lo más mínimo- y que los bancos ahorren y no se lo gasten en fruslerías, como hicieron en el pasado. Eso es lo que significa el término técnico de «provisionar», que lo medios manejamos siempre sin explicar debidamente.
Pero si los bancos provisionan, en un momento dificil como este, de algún sitio tendrán que quitárselo. A los clientes y a los empleados ya se lo quitan todo cuanto pueden (comisiones cada vez más altas, exigencias laborales insoportables). Solo queda un sitio donde se puede rascar: los dividendos de los accionistas.
Pero ahí no: a los accionistas no se los toca y en todos estos días de intensa actividad mediática de Goirigolzarri y Gortázar para explicar que las cosas están difíciles nadie les ha oído decir una palabra sobre este asunto crucial.
¿Sacrificios? Lo que hagan falta. Humanos, si es necesario. Pero que a los grandes accionistas (Fainé, BlackRock y compañía) no les falte de nada.
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