Nuestros banqueros de cabecera están preocupados, y con razón, porque el negocio de los créditos ICO se les puede volver en contra y hacerles perder una pila de millones. Y eso sí que no: perder ellos, nunca. Así que se han puesto a pensar y han dado con la solución: que lo que haya que pagar, lo paguemos nosotros. Qué gran idea.
La cosa viene de atrás.
Uno de los aciertos del Gobierno de Pedro Sánchez en la gestión de los problemas derivados de la pandemia fue la articulación de los créditos ICO, unas líneas de financiación muy ventajosas para empresas y autónomos que se canalizaban a través de las entidades financieras. Fueron una excelente forma -junto con los ERTE- de ayudar a sobrellevar el descalabro de la actividad económica que acarreó la covid-19.
Se eligió a los bancos como canal de distribución de estos apoyos y, en términos generales, no lo hicieron mal. Como ellos gustan de decir, tienen capilaridad -cada vez menos- y recursos humanos y tecnológicos -cada vez menos también- para llegar a todos los rincones del país repartiendo las dádivas del gobierno… y de paso obteniendo beneficios, que es para lo que están.
Así, nuestros amigos de la foto -y sus colegas- se pusieron a repartir créditos ICO como si fueran los tres reyes magos de las empresas y se vinieron muy arriba. (Se ocuparon de paso de colocar a sus peticionarios condiciones y productos de necesidad más que dudosa, en acciones que se están investigando, pero a eso nos referiremos otro día).
Ocurrió, sin embargo, que las cosas no salieron exactamente como se había previsto. La recuperación no se produjo al ritmo deseado, muchas empresas cayeron, pese a los créditos, otras dejaron de pagarlos a la espera de tiempos mejores, y la morosidad se expandió a modo de virus complementario al titular.
La morosidad siempre ha sido uno de los grandes problemas de la banca. Si crece, las entidades tienen que provisionar y echar mano de sus reservas. Los beneficios disminuyen, como es natural, y entonces los dividendos se retraen.
Y eso sí que no.
De manera que nuestros reyes magos se han reunido y han decidido pedir al gobierno que la morosidad no compute en su cuenta de resultados. Pero como la morosidad es dinero que no se devuelve, alguien tiene que cargar con esos impagos…
¿El gobierno? Sí, pero no, porque el gobierno en realidad no tiene dinero: solo lo administra. ¿Quién entonces? En efecto… una vez más, nosotros.
Son unos genios.
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