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Las amenazas y agresiones en las oficinas de CaixaBank crecen de manera imparable
La situación en las oficinas de CaixaBank resulta cada día más insostenible. La pésima calidad del servicio y la desatención derivada de la falta de medios hace que los casos de amenazas y agresiones crezcan de manera exponencial.
En 2022 estas situaciones se han multiplicado por cinco, como muestra el gráfico adjunto publicado por el sindicato SECB en su blog.
La absorción de Bankia
El gráfico es un buen resumen de la historia reciente de la entidad. La influyente pero modesta caja de ahorros catalana inició, a partir de la llegada de Isidro Fainé a la presidencia en 2007, una carrera meteórica que tuvo un punto culminante en 2011 cuando se convirtió en banco y pasó a denominarse CaixaBank.
A partir de ese momento, la entidad solo podía hacer una cosa: crecer a base de absorber otras cajas y pequeños bancos que se habían ido quedando en el camino tras la desastrosa gestión generalizada a raíz de la crisis de 2008.
La absorción de Bankia en 2020 fue la culminación de esa carrera frenética de CaixaBank hacia su conversión en uno de los tres grandes bancos españoles.
Crecimiento acelerado
Un crecimiento tan acelerado solo podía hacerse a base de tensionar las estructuras: menos empleados y mayor exigencia; peores servicios y menor calidad para los clientes.
Esto es lo que se aprecia en el gráfico que encabeza estas páginas. Las amenazas y agresiones que sufren los empleados son el reflejo práctico y efectivo de la situación.
Se observa en el gráfico que 2020 es un año especialmente relevante en el crecimiento de estas situaciones. Coincide, sospechosamente, con la absorción de Bankia, que aportó de golpe un crecimiento del 25% en el volumen del banco, difícil de digerir en cualquier estructura organizativa.
Pero como nos han señalado algunas fuentes consultadas: «A veces los medios escribís desde la óptica de Madrid y tendéis a pensar que los males de CaixaBank empezaron con la absorción de Bankia. Pero esto no es exactamente así. Procesos como la absorción de Banca Cívica, Banca de Valencia o BPI, por poner algunos ejemplos anteriores, provocaron también muchos problemas».
En algunas oficinas estos problemas aún se están viviendo ante el silencio cómplice de las mutuas, que, como denuncian los sindicatos, no reconocen las amenazas y agresiones como accidentes de trabajo.
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